viernes, 6 de marzo de 2015

Uno (o) más en la familia

Algunos de mis mejores recuerdos de la infancia tienen que ver con los animales. Me acuerdo de cómo mi hermano compartía el chupachús con el IRU, un perro lobo precioso de color negro que mi abuelo Mero tenía cuidando la huerta. También me acuerdo de las gallinas que la abuela Anuncia críaba... y bueno, qué decir de aquel olor a leche pura que emergía de la cuadra de mi abuelo Manuel nada más ordeñar las vacas.

Pero lo que más me marcó fue ver marchar a Paco, una especie de cuervo (o urraca) que vino para quedarse una buena temporada en la parra que teníamos en el jardín de la abuela Laura. Fue un compañero de fatigas y travesuras incansable. Le dábamos de comer, aunque tengo que reconocer que también le tirábamos alguna piedra. En una de estas se asustó tanto que decidió que era buen momento para emigrar. Y nos dejó hechos polvo.

Todas estas criaturas nos transmitieron valores como la fidelidad, la responsabilidad, la compañía, la empatía,  y también nos inmunizaron de alguna manera... Y si no que se lo digan a mi hermano, que todavía hoy no sabe a ciencia cierta cuántos chupachuses compartió con aquel cancerbero.

Por suerte, la vida me ha enseñado a admirar y valorar a los animales desde muchas perspectivas. Está por ejemplo el caso de mi hermana, que tiene discapacidad intelectual, y que gracias a la hipoterapia (terapia con caballos) ha realizado grandes progresos. Hemos visto mejorar su autonomía y autoestima. 

Debido a que, por circunstancias, no podemos tener mascota en casa se nos planteó cierta inquietud cuando nació Marina. Cómo conseguir que ella valore a estos incondicionales amigos. La duda se resolvío tras dar con RUBICK un centro que, entre otras cosas, apuesta por la terapia asistida con animales a través de dos perros preciosos ¡y muy listos!: Tesla y Zen. De hecho, cuando Marina nombra a sus compañeros, ellos dos son uno más.

Como una imagen vale más que mil palabras, para ilustrar este post cuento con colaboradores de lujo. Gracias a a todos los papis por cederme los derechos de imagen. Ha merecido la pena comprobar, a través de cada fotografía, todo lo que nos pueden enseñar desde que somos chiquitines los animales. Qué suerte tienen estos peques de tener a uno más en la familia!!!

>> Para Alejandro es un compañero más de juegos, tanto en la calle como en casa.  Tenía solo cuatro días cuando recibió el primer lametazo.


>> Ales disfruta mucho paseando a Toby, aunque no es el único perro amigo. Frodo es el perro de su tío Ángel, con el que suele jugar cuando sube a Pando a cuidar a los animales.


>> Carlota ha tenido la suerte de que sus dos abuelas tienen mascotas. Con ellos ha compartido muchas travesuras, tal y como se aprecia en las fotos. Aunque sin duda lo mejor de todo es que no les tiene miedo.


>> Cuando a Claudia le preguntan por su familia, nombra a sus papás y también a Hugo, un precioso gato que maúlla ante cualquier necesidad de la pequeña. Cuando Claudia sale de casa nunca se olvida de despedirse: "Adiós Hugo, enseguida volvemos". Ambos se procesan una simpatía natural.


>> Emma ha crecido entre mascotas de muy diversos tamaños. Y con todos mantiene una relación de amistad pura. Su mami está encantada de que se lleve tan bien con ellos. No se imagina una infancia mejor para su niña... y la que ya viene de camino.


>> Lucía, que a priori  mostraba cierto reparo con los animales, ha ganado mucha confianza con las mascotas de su tía. Aquí la vemos super cariñosa junto al hurón.


>> Markel adora dormirse y acurrucarse junto al gato. Aunque también siente predilección por el conejo blanco. Desde bien pequeño sus papis le han acostumbrado a convivir con mascotas. Y el resultado no puede ser mejor.


 >> Quienes llevan el peso de cuidar a los perros son sus padres, así que Mikel y Unai sólo se tienen que preocupar de divertirse con ellos. Hace poco incluso se animaron a correr un canicross. Aseguran que la experiencia es super enriquecedora.


>> Pablo se siente feliz cuando su padre le lleva a la cabaña del monte. Además de disfrutar de un entorno privilegiado, allí ha aprendido a cuidar y respetar a los animales. ¿Se puede pedir más?


pd.- GRACIAS de nuevo a todos por participar y ayudarme a hacer más bonito este post!!!! UN ABRAZO

7 comentarios:

  1. Esta claro hay q educar en el respeto hacia los animales,lo dan todo a cambio de nada,siempre estan ahi cuando vuelves a casa,esperando como si no te hubiesen visto en 1 mes,hay q enseñar a nuestros hijos/as q son uno mas de la familia,seguro q en el futuro les hacen ser mucho mas personas.

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    1. Sin duda, el respeto no hay que perderlo nunca!! Muchas gracias por tu comentario!!

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  2. Muy buenas experiencias se redactan en este post; y las que faltan. Me encanta.
    Y sí ¡es uno mas de la familia!

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    1. Gracias Miguel! sí, lo más seguro que haya que escribir de nuevo otro o más post para seguir contando experiencias!

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  3. Precioso post, Mónica. El hecho de que los niños puedan convivir con animales es muy enriquecedor, enseñan valores como el respeto, confianza, empatía y responsabilidad que son esenciales para un niño. Para Claudia es sin duda un miembro más de la familia, siempre cuenta con él para todo. Muchas gracias. 😗

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    1. Gracias Dulcinea! Me encantan tus comentarios, siempre me aportan!!

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  4. me ha encantado este post guapa.Es una.gran ventaja q los.niños no tengan miedo hacia los animales porq así pueden disfrutar de ellos...son tan.incondicionales...nosotros tenemos un.gato,bolitxe del q se ocupan papá y mamá pero tenemos.dos pececillos Pintas y Tete q se ocupa ella de dar de comer y limpiar la pecera los sábados con su padre...así van haciéndose responsables y para ella es una.manera divertida.Ahora habla al gatito y le. dice cosas q solemos decirla a ella dr manera cariñosa y con mimos...son un.cielo estos niños y nuestros animales.un besazo y mil gracias(Ángela)

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